El PRI aún no Toca Fondo

Alejandro Moreno, Ivonne Ortega y José Narro

A más de un año de la peor derrota electoral de su larga historia, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México sigue dando tumbos peligrosos. Primero, resultó un fiasco el intento de revitalizarlo con la pantomima de movilizar a la militancia para elegir a su dirigencia. La farsa llevó a dos de los principales contendientes a renunciar al partido y encumbró, como era su propósito, al más vulnerable de ellos. Después, ya instalada, la nueva dirección no atina a definir horizonte promisorio para el tricolor. Por el contrario, sus acciones iniciales lucen amenazantes no solo para la recuperación, sino para la supervivencia misma del PRI.

De hecho, la estrategia de la flamante directiva ronda la esquizofrenia. Por un lado, busca posicionar al PRI a partir de criticar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero sin ofrecer soluciones para los temas que cuestiona. Por otro, cuando sí plantea alternativas, resulta que sus propuestas consisten en ampliar lo que hace el actual gobierno, pero sin ocuparse del impacto presupuestal de ello. En la campaña 2018 el PRI tachaba a AMLO de populista por no explicar satisfactoriamente el financiamiento de sus políticas públicas. Hoy incurre en el mismo defecto.

De esta manera, el instinto parece llevar al PRI a intentar disputar espacios ocupados por AMLO y Morena como fórmula de resurgimiento. El impulso luce bastante arriesgado, porque el PRI difícilmente avanzará gran cosa en terrenos que el presidente y su partido dominan desde hace tiempo. También, porque al ir hacia ese campo hostil el PRI abandona la responsabilidad fiscal en el ejercicio de gobierno con su consecuente costo. Bien que mal, ocupar ese nicho durante ya algunas décadas hizo al PRI atractivo para mercados financieros y las clases alta y media, que ahora deberán buscar seriedad presupuestal en otros partidos. 

No Muestra el PRI Signos de Recuperación Después del Desastre de 2018

En 2018 el PRI tuvo el peor descalabro electoral en sus 89 años de historia. A nivel federal el PRI obtuvo 16.41% de la votación presidencial, ganó la elección para el senado en solo una de 32 entidades federativas y logró apenas 14 (13 de ellos en coalición con el PVEM y el PANAL) de 300 diputados de mayoría. A nivel estatal, el tricolor únicamente conquistó una de nueve gubernaturas, quedó relegado a minoría en las 26 legislaturas locales en juego y perdió la mayoría de los ayuntamientos en los 25 estados con elecciones municipales. En síntesis, la propuesta electoral del PRI, encabezada por primera vez por un no-militante (José Antonio Meade) como candidato presidencial, fue un desastre.

 

Este 2019 hubo elecciones en seis estados donde el PRI no mostró signos de recuperación. En las elecciones extraordinarias de Puebla, mantuvo el mismo tercer lugar por la gubernatura que logró en 2018 y ganó en cuatro de cinco municipios pero de escasa población. En Aguascalientes solo obtuvo uno de 11 ayuntamientos. En Baja California su votación por la gubernatura no llegó al 5% y perdió todas las diputaciones de mayoría y los municipios en juego. En Durango consiguió su mejor desempeño al conseguir 16 de 39 ayuntamientos. En Quintana Roo únicamente triunfó en uno de los quince distritos de mayoría para la legislatura local. Finalmente, en Tamaulipas no alcanzó ninguna de las 22 diputaciones de mayoría en disputa.

Malos Antecedentes de las Elecciones Internas del PRI

Para reanimar al partido frente a este obscuro panorama, sus élites optaron por renovar la dirigencia a través del voto de los militantes, pese a que este método tradicionalmente ha sido contraproducente para el PRI. En 1999, por ejemplo, esta fórmula produjo la débil candidatura presidencial de Francisco Labastida, quien el año siguiente fue derrotado por el panista Vicente Fox. Asimismo, en 2002 las elecciones internas (también llamadas primarias) sirvieron a Roberto Madrazo para encumbrarse como dirigente y desde allí apoderarse de la candidatura presidencial. El episodio no llegó lejos. En la elección de 2006 Madrazo naufragó en el tercer lugar, repudiado por una parte significativa del priismo que prefirió dividir su apoyo entre Felipe Calderón (PAN) y Andrés Manuel López Obrador (PRD-PT-Convergencia).

 

El desgaste que el uso de este método causa al PRI se debe a que sus primarias tienen muy poco de democráticas. Por el contrario, se trata más bien de ejercicios donde predominan prácticas fraudulentas como diversas modalidades de inducción del voto y de adulteración de cómputos electorales. De esta manera, los contendientes terminan por denunciar y documentar mutuamente sus irregularidades, por lo que los resultados generalmente carecen de credibilidad y por ende de legitimidad, además de que dividen al partido.

La Simulación de la Elección Interna del PRI

En esta ocasión no fue diferente. Los órganos formales del partido convocaron a la elección de la Presidencia y Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI por votación de los militantes. Pero al mismo tiempo, el expresidente Enrique Peña Nieto y los once gobernadores priistas en funciones, en tanto los principales líderes reales del PRI, pactaron que la fórmula encabezada por Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, ocupara esas posiciones. Para ello, acordaron activar a sus respectivas estructuras políticas para movilizar a los militantes a votar en el sentido convenido el día de la elección (11 de agosto de 2019). Es decir, no convinieron una elección propiamente dicha, sino una simulación, un ritual para formalizar una decisión ya tomada.

 

La determinación convulsionó al PRI. Su primer efecto fue la renuncia al partido del prestigiado político de larga trayectoria José Narro, quien aspiraba a la dirigencia. Narro rechazó la decisión de Peña Nieto y los gobernadores, aunada a la “grosera” injerencia del presidente López Obrador, de imponer a Moreno. “Se trata de una farsa que, antes de iniciar, ya tiene resultado,” condenó.

 

El exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denunció que la trampa estaba en el padrón de militantes. Reveló que súbitamente las afiliaciones al PRI crecieron de manera desmedida en Campeche, Ciudad de México, Coahuila y Oaxaca. Los cacicazgos dominantes del partido en estas entidades pactaron constituirse en los principales bastiones de Moreno. La inscripción masiva de militantes inducida desde las élites priistas tenía como propósito garantizar que Moreno arrasara en la elección.

 

Las cifras conferían razón a la denuncia de Narro. De enero a junio de este año el padrón de militantes creció de manera inusitada en esos estados: Coahuila en 270%; Ciudad de México, 62.3%; Campeche, 49.1%, y Oaxaca, 40.3%

Maniobras Para Encumbrar a Alejandro Moreno en el PRI

Esta, sin embargo, no fue la única maniobra cupular para favorecer al gobernador de Campeche. Otra consistió en impedir la participación en la elección del disidente Ulises Ruiz, exgobernador de Oaxaca. Una más, en cambio, fue auspiciar que sí lo hiciera Lorena Piñón, una política menor en Veracruz y de escasa proyección nacional. No obstante, pronto quedó clara la razón del registro Piñón en el proceso. La veracruzana consagró su campaña al trabajo sucio de atacar a Ivonne Ortega, exgobernadora de Yucatán, la única oposición real a Moreno en la contienda.

 

Por diseño, la elección siempre estuvo definida a favor del heredero de las glorias de Roberto Madrazo. Solo que en su afán de aparentar un triunfo arrollador, los promotores de Moreno abusaron del uso del aparato partidista. Al hacerlo, ellos mismos deslegitimaron el ya de por sí cuestionado proceso. A seis días de la jornada electoral, una encuesta de El Universal anticipaba 45% de la votación para Moreno contra 21% para Ortega. Al final resultó que Moreno obtuvo 85% de los votos y Ortega únicamente 9.4%.

 

La descomunal distancia entre la encuesta y los resultados oficiales del PRI no hizo sino conferir mayor credibilidad a las diversas irregularidades ocurridas durante la jornada electoral, que Ortega denunció. Moreno será “el presidente del fraude,” sentenció la candidata perdedora el mismo día en que el PRI formalizó el triunfo del campechano. Dos días después la exgobernadora de Yucatán renunció al PRI. Ante este hecho, Ulises Ruiz acusó a Moreno de fracturar al partido. “La nueva dirigencia nace agonizante, sin legitimidad, con la marca del fraude en el peor momento del partido,” criticó el oaxaqueño.

Las Vulnerabilidades del Nuevo Dirigente del PRI

Por si fuera poco, estas primarias también exhibieron serias vulnerabilidades de Moreno. En medio de la elección, una investigación periodística reveló que el ahora exgobernador posee una ostentosa mansión en Campeche, cuyo valor rebasa notoriamente los ingresos del político (Reforma, 7/7/2019). Aunque intentó refutar la información, Moreno no documentó cómo financió la propiedad (Reforma, 8/7/19). El escándalo marcó al nuevo dirigente partidista, toda vez que el estigma de la corrupción ha contribuido a la debacle del PRI en los últimos años.

 

Pero eso no fue todo. El escándalo dio pie para que Ulises Ruiz presentara ante la Fiscalía General de la República (FGR) una denuncia por enriquecimiento ilícito contra Moreno. Apenas ayer (22 de septiembre de 2019) se conoció que la FGR ordenó las primeras diligencias de este caso. Es decir, el tema llevó a la apertura de una causa penal que amenaza el futuro del dirigente priista.

 

Moreno no solo enfrenta problemas de credibilidad patrimoniales, sino también hasta de su propia formación profesional. En este sentido, el comentarista Alfredo Lecona criticó inconsistencias en la acreditación profesional de Moreno cuando fue Diputado Federal (2003-2006 y 2012-2015) y Senador (2006-2012). En las tres ocasiones, Moreno se ostentó como Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Campeche (UACAM). Sin embargo, fue hasta 2011 cuando obtuvo la cédula profesional (número 7179397) como Licenciado en Derecho, pero no por la UACAM, sino por una institución de menor rigor académico (el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores René Descartes Plantel Campeche). Al margen de la mentira implícita, esta discrepancia significa que Moreno pudo haber incurrido en el delito de usurpación de profesión, como bien advierte Lecona.

Pago de Facturas de la Nueva Dirigencia del PRI

Con un partido debilitado por las escisiones y críticas de cuadros destacados, tras un proceso deslegitimado y él mismo cuestionado y con una investigación penal a cuestas, Moreno finalmente asumió las riendas del PRI el 18 de agosto. Las primeras acciones del nuevo dirigente consistieron en comenzar a pagar facturas a quienes contribuyeron a encumbrarlo. Bajo esta lógica renovó el comité nacional y nombró Delegados para la mayoría de los estados. Entre las posiciones usadas como retribución, Moreno colocó como Secretaria de Gestión Social a Lorena Piñón por servirle de comparsa y guardaespaldas en la elección interna. Asimismo, compensó al Estado de México (léase Peña Nieto y el gobernador Alfredo del Mazo) con la Secretaría de Organización donde ubicó a Ricardo Aguilar.

 

Después, Moreno ha intentado reposicionar al PRI en el escenario político nacional. Lo ha hecho, sin embargo, con más pena que gloria. El 29 y 30 de agosto participó en la reunión plenaria de los diputados federales del PRI. Más allá de las cuestiones de política interna, los legisladores y el nuevo dirigente definieron la agenda legislativa del PRI para el actual periodo de sesiones de la Cámara de Diputados. La mayoría de las iniciativas acordadas para estimular la economía consisten en ampliar políticas ya aplicadas por el gobierno de AMLO y en acciones que implican aumentar substancialmente el gasto público y disminuir significativamente los ingresos del gobierno.

Controvertida Agenda del PRI en la Cámara de Diputados

Algunas de las propuestas de dicha agenda legislativa son:

  • Extender a todo el país las reducciones de los impuestos al valor agregado (IVA) e sobre la renta (ISR) que operan en las zonas fronterizas.
  • Reducir precios de gasolinas, diesel y gas.
  • Deducir fiscalmente al 100% las colegiaturas en todos los niveles educativos y las reinversiones productivas de las empresas.
  • Seguro de desempleo por un año.
  • Pensión universal para amas de casa.
  • Aumentar en cinco puntos porcentuales las recursos federales a estados y municipios.
  • Otorgar subsidios a productores agropecuarios y pesqueros. 

 

La agenda priista, sin embargo, no se ocupa del financiamiento de estas ambiciosas propuestas. Vamos, ni siquiera estima el costo de ninguna de ellas. Mucho menos explica de dónde saldrán los cuantiosos recursos para pagar algunas de estas iniciativas, ni para compensar las substanciales mermas en los ingresos públicos que implican las demás. (Irónicamente, la agenda de marras también incluye el propósito de los priistas de impulsar propuestas que garanticen “gobernar sin ocurrencias.”)

Quiere el PRI Pelear en Dominios de AMLO y Morena

Estas propuestas, por tanto, exhiben el impulso del PRI de abandonar la responsabilidad fiscal como base de su oferta de gobierno. La responsabilidad fiscal significa justificar racionalmente el origen de cada peso que se destinará al gasto público. El PRI se abocó a recuperar este paradigma a partir de 1982 después de que fue extraviado por los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo. Ahora parece que el tricolor está dispuesto a dejarlo atrás en aras abanderar la expansión del gasto público como fórmula para recuperar votos.

 

Esto quiere decir que el PRI pretende tomar la riesgosa apuesta de ir a disputar territorio a AMLO y Morena, con la salvedad de que el presidente y su partido no solo dominan el terreno electoral asociado al gasto público, sino que aún ellos asumen la responsabilidad fiscal. De seguir esta ruta, el PRI dejará un espacio conocido, que el PAN y otros partidos gustosos acudirán a ocupar, para lanzarse a una aventura que luce suicida.

 

Después de la presentación de la controvertida agenda legislativa, Moreno informó que los legisladores de Coahuila darían a conocer algo “muy importante.” El trascendente anuncio consistió en que los tres diputados priistas de ese estado presentarían una iniciativa (cosa que hicieron) para declarar 2020 como Año de Carranza en honor a Venustiano Carranza, quien gobernó el país de 1917 a 1920.

Honrar a Carranza y las Preocupaciones del Dirigente del PRI

Esta propuesta reviste sarcasmo por partida doble. Por una parte, 2019 fue declarado Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. No puede menos que ser burla declarar el siguiente como año de quien fue el autor intelectual del asesinato de Zapata: Venustiano Carranza. Por la otra, la costumbre como presidente de Carranza de embolsarse bienes públicos dio origen, desde aquel tiempo, al verbo “carrancear” en el habla popular. “Carrancear” describe la práctica de los gobernantes de robar de manera descarada y compulsiva recursos públicos (dinero, inmuebles y hasta objetos). Por esa razón, ronda entre la paradoja y la congruencia que haya sido el PRI, tradicionalmente asociado a la corrupción, el partido que procure enaltecer a uno de los corruptos más famosos México.

Posterior a la presentación de la singular agenda legislativa, el dirigente del PRI se organizó otra participación estelar. El 11 de septiembre Moreno presentó la postura de su partido frente a la iniciativa de Presupuesto de Egresos del gobierno federal para 2020. En general su mensaje consistió en expresar diversas “preocupaciones” sobre el contenido de la propuesta presupuestal:

  • Su preocupación de que el 90% del presupuesto se pretende destinar solo a tres programas sociales (Pensión para Adultos Mayores, Pensión a Personas con Discapacidad, y Sembrando vida).
  • Su preocupación por la eliminación de los programas de Atención a Jornaleros Agrícolas, Empleo Temporal, y Comedores Comunitarios.
  • Su preocupación por recortes que oscilan entre 5 y 43 por ciento a siete secretarías del gobierno federal.

 

El PRI sin Propuestas y sin Tocar Fondo

Su participación, sin embargo, solo se limitó a exponer su rosario de preocupaciones. No hizo ninguna propuesta para redefinir la composición del gasto público que tanto le inquieta. Tal vez Moreno ignora que los diversos sectores sociales no necesitan escuchar preocupaciones de los partidos políticos, sino propuestas integrales y viables sobre cómo debe gastar el gobierno los recursos públicos el próximo año.

 

Al rendir protesta como dirigente, Moreno prometió que el PRI volverá a ganar. Sin embargo, los peligrosos tumbos que el tricolor ha dado a partir de la estrepitosa derrota electoral del año pasado hacen ver muy distante su eventual regreso. Por el contrario, más bien indican que este partido no ha tocado fondo. Y mientras no lo haga, difícilmente se podrá recuperar.

* Foto: Alejandro Moreno, Ivonne Ortega y José Narro. Fuente: https://bit.ly/2m7CzcZ, https://bit.ly/2mqRoau.

Copyright © Público y Poder | Héctor Ibarra Rueda

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